Hemp seen as boon to Marche region of eastern Italy

Stakeholders in the Marche region of Italy envision a thriving industrial hemp sector active in construction, textiles, bioplastics and food under regional hemp legislation expected to be finalized…

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Choque cultural en Dinamarca

Te cuento mi choque cultural en Dinamarca como mexicano y te doy algunos datos y estadísticas, así como algunas reflexiones al respecto.

La primera vez que fui a Europa me quedé prácticamente un año entero en Aarhus, una ciudad danesa en la costa este de la península de Jutlandia. Aunque había oído hablar del choque cultural y el personal de la Universidad de Aarhus nos lo advirtió, no le presté demasiada atención mientras estuve allí. Ahora, en retrospectiva, me doy cuenta de que puede que lo haya experimentado más de lo que pensaba.

El choque cultural es una sensación de ansiedad, depresión o confusión causada por un entorno desconocido. No experimenté tales emociones; sin embargo, lidié con otras cosas.

Durante todo el tiempo fuera de México me sentí confiado al lidiar con culturas extranjeras y no extrañaba estar en casa, sin embargo, creo que pasé por las 5 etapas del choque cultural de una forma u otra. La sensación de euforia, incomodidad, adaptación y aceptación, así como la conmoción al regresar a mi país.

Primero pase por,

Creo que esta etapa todavía prevalece en mí. Mientras estaba fuera de México me sentí totalmente cómodo y nunca me sentí como un extraño. Tal vez porque de una forma u otra siempre lo he sido, así que para mí es una especie de configuración predeterminada, por así decirlo.

Pero eso no significa que no me asombrara. Recuerdo haber pensado: “Dinamarca simplemente funciona” y, quizás tristemente, hacer una comparación sobre cómo, en muchos sentidos, México “simplemente no funciona”.

No me malinterpretes, sé que hay países en peores condiciones que el mío, pero México está en el lado malo de la mayoría de las clasificaciones.

México ocupa el puesto décimo tercero en cuanto a tasa de homicidios, Dinamarca el centésimo octogésimo cuarto o 184 de 210 según la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito.

En cuanto a la desigualdad, el índice de Gini del Banco Mundial ubica a México en el trigésimo primero lugar de los países más desiguales mientras que Dinamarca ocupa el lugar Centésimo cuadragésimo tercero o 143.

Hablando de felicidad, el Informe Mundial sobre la Felicidad 2021 estableció a Dinamarca como el segundo país más feliz del mundo y Aarhus como la segunda ciudad más feliz, mientras que México ocupa el lugar vigésimo cuarto o 24 y la Ciudad de México el trigésimo octavo o 38.

Podemos seguir y seguir, pero la respuesta corta es que Dinamarca es un lugar mejor para vivir que México, punto. No hay forma de discutir eso o estar en desacuerdo. Tener buenos tacos es increíble, pero poder caminar de manera segura por la noche no tiene precio, y en Dinamarca es normal.

Pero ¿cómo se traducen esos números en la vida diaria?

En Aarhus, solo vi una patrulla una vez, fuera de conciertos o eventos públicos, había poca o ninguna necesidad de ellos. Recuerdo que vivía bastante lejos del centro de la ciudad y tenía que cruzar un bosque de noche que no estaba muy bien iluminado en algunas zonas. La primera noche pude sentir el sudor frío en la nuca ya que estoy acostumbrado a relacionar parques oscuros con robos. Hay un dicho en la Ciudad de México: hay dos clases de personas, las que han sido robadas y las que lo serán. En las grandes ciudades, los mexicanos viven en constante estado de alerta y ansiedad. Mientras estaba en Aarhus, un parque oscuro era simplemente un lugar hermoso para estar a solas con tus pensamientos.

La violencia es parte de la vida mexicana, en comparación, los daneses pueden ocuparse en otros asuntos. Esto no significa que no haya peleas ni asesinatos en Dinamarca, pero la cultura no gira en torno al poder sino a la competencia.

Por eso, es bastante divertido comparar la forma en que los mexicanos y los daneses actuarían en una misma situación y tengo el ejemplo perfecto:

¿Alguna vez has estado en una conversación en la que alguien tiene un altercado? Bueno, los mexicanos intentarían agrandar más el conflicto diciendo cosas como “pégale”, o “¿vas a dejar que diga eso?”, y, la mayoría en ocasiones, la otra persona dirá: “Me la pela”, “No me hace ni los mandados” o algo por el estilo sin importar el tamaño del oponente o sus habilidades de lucha. Los mexicanos siempre pueden vencer a su enemigo, al menos en su imaginación. Son los primeros en querer pelear y, a veces, los primeros en decir “ya, ya estuvo, ya calmado”.

Por supuesto, ver a estas personas estilo Thor, altas y musculosas siendo más humildes y serenas me hizo pensar en lo ridículo que es ver a un mexicano de 1,50 metros completamente fuera de forma que intenta demostrar su masculinidad o impresionar al barrio a través de peleas. Nos hace parecer salvajes.

Ahora, antes de que piensen que soy malinchista, déjenme decirles, esta violencia, no somos nosotros individualmente, es nuestro entorno y nosotros como sociedad. Los países con un sistema policial débil tienden a ser así, lugares como Ucrania o toda América Latina para el caso. Es más que el sentimiento de orgullo por la capacidad de violencia, es la necesidad de protegerse contra la violencia, con violencia. Curiosamente, las personas son agresivas por miedo a que la otra persona sea agresiva, con la mentalidad de “no me voy a dejar”, ​​por lo que la agresividad preventiva, inicia la mayor parte del tiempo la violencia.

Esta también es una mecánica que afecta a la igualdad. En Dinamarca, en general, la disparidad entre clases es menor, en México, los ricos son muy ricos y los pobres son muy pobres.

México es una sociedad clasista. Eres lo que tienes. Dinamarca tiene una clase media muy sólida, y el deseo de cosas llamativas no existe, y se ve como un comportamiento incluso patético. Ver eso fue esclarecedor para mí.

Por ejemplo, en Dinamarca la gente anda en bicicleta la mayor parte del tiempo, y recuerdo haber preguntado si la gente quería la mejor bicicleta o la más cara, y la expresión en el rostro de mi amigo danés no tuvo precio, probablemente pensó: “¿Qué clase de idea estúpida es esa, tú compras lo que necesitas?” No hay necesidad de impresionar a nadie cuando sabes quién eres, así que tal vez los escandinavos se conozcan mejor a sí mismos. Además, cuando hay tanta igualdad, no tiene sentido impresionar a alguien con algo que también puede comprar.

Finalmente, no es que los mexicanos no estén contentos, pero muchos tienen un trabajo de 9 a 5 que odian y solo esperan el fin de semana para tomar unas cervezas y olvidarse de su empleo hasta el lunes. Creo que la tristeza está relacionada con la idea de “esta es mi vida y no va a cambiar”, así que la gente prefiere no pensar en ello. He tenido ese tipo de empleos y si no hubiera tenido otras opciones probablemente hubiera sido un infierno. Además, existe una relación vertical no solo entre las clases sociales, sino también entre los empleados y el jefe. En las empresas no se consideran las ideas de los trabajadores y eso aplasta el ánimo. En Dinamarca las relaciones son más horizontales y hay más flexibilidad.

También podría hablar sobre lo limpio que estaba Aarhus, o el hecho de que la mayoría de las veces nadie revisa tu boleto en el autobús porque confían en su sociedad, los salarios y un largo etcétera, pero creo que es hora de pasar a la segunda etapa.

Por supuesto, tarde o temprano llegas a esta fase, en la que aspectos de la otra cultura te irritan. Y es cuando empezamos a ver el otro lado de las estadísticas.

Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, Dinamarca es el número 8 en consumo de antidepresivos. Entonces, tal vez la felicidad sea solo adormecimiento. Ya que su felicidad a veces se parece a la conformidad. Michael Booth en su libro “Las personas casi perfectas: detrás del mito de la utopía escandinava” profundiza en ello. Y es cierto, son felices, sea lo que sea que eso signifique, pero no extremadamente felices. No son violentos, y tampoco rebosan de alegría. Tal vez sea como el mundo distópico retratado en la película Equilibrium, en el que la falta de emociones garantiza una sociedad óptima y perfecta.

Sí, Dinamarca es perfecta. Pero es el tipo de perfección de un cielo cristiano con angelitos y nubes y un montón de gente muerta preguntándose qué estarán haciendo en el infierno, donde la gente cool está pasando un buen rato, bebiendo cerveza y escuchando rock and roll.

Y es que todo es perfección, recuerdo que estaba con una amiga libanesa en un parque comiendo comida chatarra y estábamos viendo a unas hermosas chicas danesas haciendo un picnic, eran como sacadas de un catálogo o un cuadro de Georges Seurat, todo impecable. Pero la perfección es agotadora.

Tal vez por eso en Dinamarca, el 18,3% de las personas de 16 a 24 años dijeron que sufrían de mala salud mental durante una encuesta de 2012–2016 para el estudio, “En la sombra de la felicidad”.

Incluso hay una tendencia llamada las niñas 12, o algo parecido si mal si no recuerdo, y son niñas que quieren puntuaciones perfectas. En Dinamarca, la mejor calificación es 12. Estas niñas buscan la perfección y terminan con problemas mentales.

Otro aspecto negativo es que los escandinavos no pueden ser espontáneos. Simplemente no está en su personalidad. Se habla de decisiones espontáneas con meses de anticipación. Entonces, no hay emoción ni aventura. Quizás la seguridad y la paz vengan con la monotonía y la apacibilidad.

El libro de Michael Booth también señala un sentido de superioridad de los países nórdicos, que vi de primera mano. Simplemente no cometen errores. Al menos en su mente, siempre saben qué es lo mejor.

Booth también considera la obra de Askel Sandemose “El fragmento de un fugitivo” como un símil de los daneses. En “El fragmento de un fugitivo”, hay una lista de reglas que se decía que cumplían los residentes de la ciudad ficticia de Jante. Y son los siguientes:

1. No creas que eres alguien.

2. No creas que eres tan bueno como nosotros.

3. No creas que eres más sabio que nosotros.

4. Nunca se permitirá la presunción de imaginar que eres mejor que nosotros.

5. No creas que sabes más que nosotros.

6. No creas que eres más importante que nosotros.

7. No creas que vas a llegar a nada.

8. No te rías de nosotros.

9. No creas que alguien se preocupa por ti.

10. No creas que puedes enseñarnos nada.

Y debo admitir que tiene algo de razón. Al vivir en espacios comunes a veces la gente me acusaba a mí u otros extranjeros de hacer algo tonto, como guardar algo en algún lugar que no deberíamos o lo que sea, solo para darse cuenta de que fue otro danés el que cometió el error. La expresión de sus rostros no tenía precio.

Este sentido de “sabemos más” no es solo sobre lo que conocen sino también lo que no conocen. Probablemente por eso la Conferencia sobre Cambio Climático de Copenhague de 2009 fue un desastre, en ella los daneses reescribieron el acuerdo unilateralmente porque ustedes saben, “los daneses saben lo que es mejor”, y causo muchos disgustos.

En la universidad los docentes creen comprender las luchas de los países en desarrollo o las razones de las grandes naciones como China o Estados Unidos. Al final del día, Dinamarca es increíble y los países nórdicos son únicos, por eso es por lo que pensar que entienden a otros países es ingenuo. Lo que saben lo saben por los libros. Recuerdo un desacuerdo sobre intervenciones militares que tuve con una profesora de la universidad y, bueno, solo busca lo que está pasando en Afganistán y dime quién tenía razón. Claro, yo estaba en desacuerdo con cualquier tipo de intervención.

Finalmente, tengo que decir que sociedades tan homogéneas como las escandinavas, son tierra fértil para el racismo. Cubrí una manifestación sobre los dos refugios de Dinamarca y descubrí que algunos de los refugiados no podían salir del alojamiento o serían deportados a sus países, la mayoría de ellos eran kurdos de Irán.

La extraña relación entre Dinamarca y los refugios fue cubierta por Vanessa Barker, Peter Scharff Smith en su estudio, “Esto es Dinamarca: las islas carcelarias y la detención de inmigrantes” te leo parte del resumen: “En Dinamarca, vemos un uso extendido de las instituciones penales para contener y expulsar a poblaciones no deseadas de la región, incluidas propuestas para una isla prisión y el confinamiento de migrantes en cárceles del siglo XIX”. Entonces, tu decide al respecto.

Pero, de todos modos, después de ponderar lo bueno contra lo malo diría, diría que lo bueno gana. Y ahí es cuando llega la tercera etapa.

En el que empiezas a adaptarte al entorno y a aceptar la cultura. Creo que el ajuste que tuve fue después de mis estudios, me fui a Malta durante aproximadamente un mes y luego volví a Dinamarca, pero esta vez me quedé en la isla de Falster. Hice un voluntariado allí y encontré gente encantadora. Conocí una realidad tan diferente de Dinamarca, como un mundo oculto de personas de mente abierta con una comprensión más global del mundo. Esto no significa que el tiempo anterior haya sido malo, fue un ajuste, pero más que de sentirme aceptado, fue de aceptar. Y así llega,

Que es más fácil, un día simplemente te sientes como en casa y ni siquiera quieres salir del país y es este paso el que hace que el siguiente sea más difícil.

Cuando vuelves a tu país es duro en la medida que te hayas adaptado al otro país. No puedo decir que tengo experiencia en volver a entrar a mi país después de pasar un tiempo en Dinamarca, pero después de viajar a muchos países y regresar a México, sí hubo un shock.

Al volver, tenía una perspectiva diferente sobre muchas cosas. Dejé mi casa y viví un montón de cosas que me hicieron cambiar, pero en México las cosas son más o menos iguales, lo que puede hacerte sentir solo. Venir y ver los mismos problemas, saber que no es “como es” sino que hay otras formas, te hace sentir frustrado con tu sociedad y te hace replantearte, al menos como periodista, si vale la pena luchar para mejor tu país o si lo mejor es irse.

Hace unos días estaba hablando con una amiga y recordé que antes de irme a Dinamarca estuve un mes en Bacalar. Recuerdo que fui a nadar y, en un muelle, alguien dejó un pañal usado, sin razón alguna, a solo 100 pasos de un bote de basura… El problema somos nosotros. Podemos decir que el problema es la falta de educación, o la pobreza, o el gobierno, pero en el fondo creo que todos sabemos que el problema somos nosotros.

Pero bueno, no sé tú qué piensas al respecto, házmelo saber. ¿Dónde te gustaría vivir más, en Dinamarca o en México? ¿Cuál sociedad crees que funciona mejor? ¿Cuál te gusta más? La verdad es que México tiene cosas muy bonitas, posiblemente mucho más bonitas que Dinamarca, pero la realidad es que la seguridad y el bienestar social, pues son muy difíciles de superar.

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